domingo, 20 de julio de 2008

Origen y escudo de armas del apellido López

Como ya sabéis me apellido López, éste es un apellido patronímico, derivado del nombre propio Lope, lo que motiva que raramente las numerosas ramas del mismo, tengan relación entre sí.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística, es el quinto apellido más extendido en España, tras García, González, Fernández y Rodríguez.

Los apellidos patronímicos están muy difundidos y son aquéllos que han sido originados por un nombre propio. En el antiguo Reino de Castilla y en países que fueron sus colonias, principalmente se utilizaba la desinencia "-ez" que equivale a "hijo de". El apellido López es un ejemplo claro de esto: del nombre de pila Lope deriva López, equivalente a "hijo de Lope".

Sobre su origen son muchas las versiones existentes. En una de ellas se indica que en tiempos de la dominación romana, llegó a la península ibérica una familia llamada de los Lupos, de origen patricio. De dicha familia procedió la reina Lupa, o Loba, residente en Galicia, en cuya región se originó la rama más antigua que después pasó a Andalucía.

De este modo es bastante probable que el apellido fuese de origen gallego, y se extendió rápidamente por la península ibérica. En la batalla de las Navas de Tolosa hay constancia de la presencia de numerosos caballeros López, así como en la batalla del Salado, en la conquista de Lorca, Córdoba, Almería, Antequera y otras ciudades. Por ello es posible que, de tanto participar en acciones bélicas por aquellas tierras, el apellido se extendió por todo el Sur de la península ibérica.

El apellido López se encuentra probado, en su nobleza, numerosas veces, tanto en España como en América, a través de las informaciones que realizaron para ingresar en las Órdenes Militares donde queda constancia de su limpieza de sangre.

En el año 1.688 don Antonio López de Tejada fue creado Marqués de Gellgos de Huebra; don Domingo López del Pozo, vecino del Perú, Marqués de Mozobamba del Pozo en 1.735; en 1.737, don Manuel López Pintado, Marqués de Torreblanca en 1.764, don Lorenzo López de Porras, Marqués de Villalópez, en 1790, don José Antonio López de Olivar, Conde la Roche, en 1790, don Fermín López Isunza Marqués de Valdegema; en 1.708, don Cayo José López Marqués de Encinares, en 1.815, don Diego López Morla, Conde de Vicreces y en 1.878, don Antonio López y López, Marqués de Comillas, con Grandeza de España.

En lo que se refiere a la difusión del apellido López en América, hay que citar al caballero Jerónimo López, al que se considera como el tronco de muchos de los López de Méjico y que fue premiado por el emperador Carlos I con la Encomienda de Tacuba, nombrándole primer Regidor y después Secretario de la Gobernación otorgándole un escudo así organizado: cuartelado por una cruz llena de dos esmaltes: la mitad superior de gules y la mitad inferior de oro. 1º de azur, con la estrella del Norte de plata, 2º de gules y Jerónimo López, a caballo, armado de todas sus armas, con la espada desnuda en la mano y dos jefes indios muertos en tierra, 3º de plata, con un león rampante de gules coronado y 4º de azur, con un castillo de oro sobre ondas de agua azur y plata. Este caballero contrajo matrimonio con doña Ana Carrillo de Peralta, de la casa de los Marqueses de Falces, fundando tres mayorazgos en la capital mejicana con los apellidos unidos de López y Peralta, y su descendencia ostentó el título de Condes de San Bartolomé de Xala.

Pero el apellido López no sólo tuvo caballeros que pelearon en batallas contra los mahometanos, o enfrentados a los nativos del Nuevo Mundo, hubo muchos López que ingresaron en el Tribunal del Santo Oficio (Inquisición) en Méjico. Acaso por la abundancia del apellido López y teniendo en cuenta que no todos fueron guerreros o inquisidores, ocurrió que durante los siglos XVI, XVII y XVIII se hicieron muchísimos expedientes de sangre a personas que ostentaban este apellido, y tal cosa sucedió en territorio mejicano.

Se da como escudo de armas de este apellido: en campo de gules trece bezantes de oro. Claro está que hay muchos derivados y otros compuestos, por lo que pueden ser numerosos los escudos de armas con el apellido López. El Gabinete Heráldico advierte de que, aún existiendo un escudo general, debe tenerse en cuenta que, al convertirse en compuesto (ej. López de Aguileta, López de Aberasturi, López de Aguirre) fue estableciendo sus propias armas.
La simbología básica del escudo de armas de López es:
  • Bezante: Por su significación oriental la adoptaron la mayoría de los caballeros que tomaron parte en la expedición a Tierra Santa. Trae su origen de los bezantinos o antiguas monedas de oro de Bizancio.
  • Gules: El gules o rojo simboliza a entre los planetas a Marte; de los signos del zodiaco a Aries y Escorpión; de los elementos al fuego; de las piedras preciosas al rubí; de los días de la semana al Martes; de los meses del año a Marzo y Octubre; de los metales al cobre; de las flores al clavel; y de las aves al pelícano. Las características heráldicas que le corresponden son la fortaleza, la victoria, la osadía, la alteza y la ardid. Los que traen este color en sus escudos están obligados principalmente a socorrer a los que se ven oprimidos por alguna injusticia.
  • Oro: El oro simboliza el topacio. En las armerías de los reyes se le llama "sol", en las de los nobles con título (Duque, Marqués, Conde, ... ) "topacio", y en en de la nobleza en general "oro". En su relación con los astros el oro es el Sol; de los doce signos del zodiaco Leo; de los elementos el fuego; de los días de la semana el Domingo; de los meses del año Julio; de los árboles el ciprés; de las flores el girasol; de las aves el gallo; de los cuadrúpedos el león; y de los peces el delfín. Las características heráldicas que le corresponden son la nobleza, la magnanimidad, la riqueza, el poder, la luz, la constancia, y la sabiduría. Por las leyes de la heráldica , cuantos lleven este metal en sus escudos estan obligados a hacer el bien a los pobres y a defender a sus príncipes, peleando por ellos hasta su última gota de sangre.
  • Trece: Es un número maléfico al que a menudo se le ha asociado con la obligación del trabajo impuesta al hombre tras el pecado original. Se asocia en heráldica a las veces en que aparecen repetidos roeles, bezantes y estrellas.

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